Martes, 16 De Diciembre : San Bernardo

Escrito el 17/12/2025

El primer grado de la contemplación es pensar constantemente qué es lo que quiere el Señor, qué es su placer, lo que le agrada. Todos lo ofendemos en algo y nuestro orgullo choca contra la rectitud de la voluntad del Señor, cuando no podemos aceptarla ni ponernos de acuerdo con ella. Humillémonos bajo la poderosa mano de Dios altísimo y esforcémonos en poner nuestra miseria a la mirada de su misericordia, con estas palabras: “Sáname, Señor, y quedaré sano, sálvame y estaré a salvo” (Jr 17,14). Y también esas palabras: “Ten piedad de mí, Señor, sáname, porque pequé contra ti” (Sal 41,5). Una vez que se ha purificado la mirada de nuestro corazón con esos pensamientos, ya no nos ocupamos con amargura en nuestro propio espíritu, sino de las delicias del Espíritu de Dios. Ya no vamos considerando cuál es la voluntad de Dios respecto a nosotros, sino cuál es su voluntad en sí misma. Ya que la vida es la voluntad del Señor, indudablemente lo más ventajoso y útil será acordarnos con su voluntad. Por eso, si nos proponemos de verdad conservar la vida, pongamos verdadero empeño en no apartarnos del camino de la voluntad divina.